¿Cómo es vivir en las casas sociales creadas por el chileno ganador del “Nobel” de Arquitectura?

La apuesta de Alejandro Aravena busca ayudar a las personas de menos recursos que viven en asentamientos informales, sin derecho legal sobre la tierra o sus casas, y sin acceso a servicios como agua y electricidad.

Muchos de los asentamientos informales más antiguos y más grandes del mundo se construyeron primero en la periferia de las ciudades, pero con el tiempo se han incorporado dentro de los límites de la ciudad, y ahora ocupan los mejores inmuebles.

El arquitecto chileno Alejandro Aravena, Premio Pritzker 2016, desarrolló un plan para dotar de casa a aquellos que menos ganan y que difícilmente podrían obtener un crédito hipotecario.

Todo inicio el 27 de febrero de 2010, cuando Chile fue azotado por un intenso temblor. Los 8.8 grados Richter causó después un tsunami que terminó por arrasar la ciudad de Constitución.

Con ello, el 80% de los edificios de la ciudad quedaron gravemente afectados. En total, fallecieron 500 personas

Ante la crisis de vivienda, el gobierno chileno contrató a Elemental, el despacho de Alejandro Aravena, con la urgente solicitud de diseñar un plan que permitiera construir el mayor número de casas en el menor tiempo posible, a un costo lo más económico posible.

Así, en 2004 se diseñó Quinta Monroy, un proyecto de vivienda social en Iquique, Chile.

Con un presupuesto limitado a apenas $ 7,500 dólares por casa, Elemental gastó la mayoría del dinero en la compra de la tierra donde los residentes ya vivían, en un asentamiento informal dentro de los límites de la ciudad.

En lugar de construir casas completas y de áreas muy deprimidas como habrían hecho la mayoría de los desarrolladores, Elemental construyó solo media casa, que son estructuras de tres pisos que incluyen cocina, baño, paredes estructurales y escalera.

Los espacios vacíos asignados entre los medios edificios, se dejaron a los propios residentes para construir, ofreciendo el doble del espacio normalmente dado a los residentes de viviendas sociales.

Esta espaciosa huella fue uno de los principios de elemental de la vivienda social de Elemental, lo que llama “ADN de clase media” o vivienda que podría expandirse y volverse más valiosa a medida que los residentes mejoraran las viviendas con su propio trabajo y recursos.

En Quinta Monroy, el valor de las casas aumentó en lugar de disminuir, a diferencia de muchos proyectos de viviendas sociales y lo que es más importante: los residentes no tuvieron que dejar la ciudad para vivir en la periferia. Todavía estaban en la ciudad, donde tenían trabajos y redes sociales, así que había un incentivo para quedarse.

Desde la construcción de Quinta Monroy, Elemental ha diseñado un total de 2,500 viviendas que aplican principios similares de construcción incremental, densidad y proximidad a un centro urbano.

En una charla impartida por Aravena en 2014, en el marco de TED, el arquitecto habló del rápido crecimiento de la población urbana mundial, lo que significa que una ciudad de un millón de personas debe construirse cada semana hasta 2030.

En Chile, por ejemplo, casi el 90 por ciento de la población ya vive en las ciudades, lo que obliga a que se construyan casi 100,000 viviendas cada año.

Para reproducir este modelo chileno de vivienda a la mitad, Aravena lanzó cuatro de sus diseños de viviendas sociales para su descarga desde su sitio web, incluido el diseño de Quinta Monroy, aunque reconoció que los diseños tendrían que adaptarse a las leyes y códigos locales.

Quizás la mayor contribución de Aravena al debate sobre la vivienda sea su exhortación a los arquitectos a ir más allá de la definición tradicional de lo que significa ser diseñador.

¿Cómo se transformaría el diseño si los arquitectos interactuaran de manera más significativa con otras disciplinas, ya sea política urbana o leyes o economía? ¿Qué pasa si los arquitectos escucharon con más atención a las personas que quieren construir? Y lo más importante, ¿qué surgiría si enfrentaran el desafío del déficit global de vivienda?

En 2016 apareció en el periódico Publimetro un reportaje sobre qué significaba vivir en una de estas casas diseñadas por Aravena.

Jocelyn Campos de 34 años, secretaria, vive en “Villa Verde”, proyecto hermano de Quinta Monroy. Según contó a Publimetro, “cuando llegó hace dos años a su vivienda la embargó una sensación de orgullo, especialmente “porque este proyecto fue ideado para hacernos la vida más fácil en temas de ampliación y modelo”. “Cuando habíamos escogido las casas y las visitamos, muchas personas las encontraron chicas, porque eran pocos metros cuadrados construidos, pero yo creo que tener un 40% listo para poder ampliar es maravilloso”, explica Jocelyn.

“Hoy el 60% de las casas de Villa Verde han sido ampliadas, tienen patios, hermosos jardines y algunas cuentan con cuatro dormitorios, lo que para una familia promedio es espectacular”.

En la misma entrevista, Jocelyn consideró que la vida en el barrio es “muy agradable” en el barrio. “Todos procuramos conocernos y sabemos cuándo llegan personas extrañas. Eso me da la seguridad de poder tener a mis hijos jugando afuera”, indica.

Marcela Espinoza, 41 años, compartió una opinión similar. “Dice que cuando vio su casa por primera vez la encontró hermosa, pero matiza que con el tiempo han quedado errores en evidencia: las casas muestran defectos de construcción en el suelo, paneles, planos y las instalaciones eléctricas”.

“Dentro de la villa ha habido dos incendios por mala instalación eléctrica y también hay fallas en los paneles solares”.

¿Crees que esta manera de construir beneficia a las personas de escasos recursos? ¿Alejandro Aravena creó un modelo óptimo para dotar de casas a millones de personas?

Fuente: www.noticias.arq.com.mx